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Como seres humanos, somos criaturas de múltiples facetas, que vamos descubriendo conforme pasan los años. Durante la infancia disfrutamos jugando, descubriendo, aprendiendo. Pero también, al crecer un poco más, tenemos que cumplir, además, con responsabilidades familiares, caseras y académicas. Sin un esfuerzo consciente de impedir un desequilibrio, gradualmente las responsabilidades aumentan y los tiempos de juego y esparcimiento se van reduciendo, hasta llegar un punto en que nos olvidamos de quienes somos. Nos “borramos”.

Un día nos descubrimos siendo profesionales, esposas, madres… ¡y felices de serlo! Pero si olvidamos el centro que lo origina todo: el ser persona, el ser mujer, y nos descuidamos, corremos el peligro de colapsar, afectando todo y a todos a nuestro alrededor.

En un gráfico simple y práctico, podemos ilustrar a la persona como una estrella de cinco aristas, en donde cada una es un área importante de su vida (aunque en realidad tenemos muchas más).

Cuando ponemos atención a una sola de estas áreas, olvidando otras, es como una mesa con una pata más larga: estará desequilibrada y no podrá realizar su función adecuadamente.

Por supuesto, en la vida real, “la estrella de nuestra persona” nunca tiene las puntas tan equidistantes como en esta imagen, pues diferentes etapas nos demandan mayor atención a un área que a otra, pero no deberíamos desatender las otras totalmente, porque tarde o temprano su olvido cobrará un precio en nuestro estado emocional. Así que tengamos presente que el equilibrio perfecto no existe, pero de nosotros dependerá recordar siempre quiénes somos y lo que nuestra esencia nos pide para sentirnos satisfechas con nuestra vida.

La estrella de nuestra persona

Permíteme explicar cada arista para ofrecerte algunas ideas de cómo mantenerlas presentes y poder vivirlas continuamente:

RECREATIVA

Tener momentos de relajamiento o practicar un pasatiempo, por ejemplo. Aunque te parezca imposible, SIEMPRE hay tiempo libre y no te hace una mala madre o una persona hedonista el hacer espacio para estas ocasiones. Al contrario. El área recreativa en tu vida te permite recargar la energía necesaria para realizar todo lo demás. Te ayuda a mantenerte positiva, paciente, tolerante… ¡imagínate el impacto en tu relación de pareja, familia y trabajo! 

Llevar a los hijos al parque, por ejemplo, NO forma parte de esta área. Se refiere a un pasatiempo sólo tuyo. A un descanso y/o momento de diversión hecho especialmente para ti.

SALUD

Estamos más al pendiente de las citas con el dentista para nuestros hijos que de nuestros chequeos médicos regulares. Por supuesto que es importante cuidar a los pequeños de la casa, pero ¿qué ejemplo de auto-cuidado les estamos dando si nosotros no vigilamos nuestra salud? En esta área también está comer mejor cada día, tratar de movernos más (ojalá esto signifique ejercicio regular), y en general velar porque física y mentalmente estemos en las mejores condiciones para nosotras mismas y para los demás. Eso incluye modificar nuestra actividad diaria si percibimos que nuestros niveles de estrés se están elevando.

AFECTIVA

El amor incondicional que sentimos por los hijos es grande y pleno. Sin embargo, existen otros afectos que complementan nuestra vida y que son fundamentales para sentirnos felices y satisfechas: la pareja (al descuidar esta relación, de alguna manera desatendemos aspectos básicos de la formación de los hijos y, por supuesto, una enorme fuente de felicidad personal), la familia extensa, las amigas.

Aquí hago un espacio especial para este tema: las amigas. Con la periodicidad que te permita tu agenda, pero sabiendo que no puedes dejar de hacerlo, reúnete con tu grupo de amigas. Las tengas en gran número o sólo una, las amigas son un vínculo que te permite reconectar con quién eres, te ayuda a desahogar problemas que puedas estar viviendo y a escuchar perspectivas que te dejarán reorientar tus acciones. Es un “baño de agua fresca” en medio de una vida llena de responsabilidades.

TRABAJO

Para algunas es el lugar donde se expresa una vocación, por lo que la motivación y el entusiasmo están presentes. Para otras, es el medio en donde se obtiene la remuneración necesaria para vivir. Sea como fuere, el trabajo complementa nuestra existencia y es un área en la que debemos permanecer actualizadas y buscando siempre un nuevo aprendizaje que provoque el constante “re-encantamiento” con lo que hacemos.

ESPIRITUAL

Por supuesto que uno de los aspectos más profundos en una persona involucra la fe en Dios y la práctica de una religión. Investigaciones demuestran que las personas que viven una vida espiritual suelen ser más empáticas, más dispuestas a ayudar a los demás y se reportan como más felices, que las que no lo hacen. Ampliar los conocimientos que tengas sobre la religión en la que fuiste criada o que practicas te llevará a nuevos aprendizajes sobre ti misma y te ayudará a encontrar un propósito y a definir un camino de vida.

Alimentar nuestro espíritu

Por otro lado están las actividades que alimentan el espíritu, como las relacionadas con las artes: escuchar música clásica, ir al teatro, visitar una exposición… No siempre tenemos presente la importancia de incluir en nuestra vida acciones que alimentan el espíritu.

Antes de ser mamá, esposa o profesional, eres una mujer, y como tal, una persona que necesita cuidarse para potenciar al máximo sus cualidades. 

A pesar de que las diferentes etapas de tu vida te demandan variadas exigencias, el no descuidar cada una de estas áreas te permitirá sentirte completa y más satisfecha para darle a ti y a los tuyos lo mejor de ti.

 

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