Que un joven comience a beber alcohol desde los 12 o 15 años no es el único factor de riesgo para desarrollar alcoholismo. Hay que considerar, además, el entorno social en el que la persona se desenvuelve: si tiene padres alcohólicos, si sufre de negligencia, de abuso o ha vivido experiencias traumáticas. Todo suma.
¿Qué está pasando en su círculo de amistades? ¿Cómo vive su día a día en la escuela? ¿Qué están sintiendo Laura o David cada día, dentro y fuera del hogar?
Como parte de una serie de medidas destinadas a prevenir el consumo de tabaco, alcohol y drogas entre niños y adolescentes, la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC) presentó este año un “paquete integral de estrategias psicoeducativas”, que consta de guías preventivas orientadas al desarrollo de hábitos saludables, así como de “competencias y habilidades específicas en cada grupo de edad”.
Parte del contenido de estas guías apunta a que los jóvenes puedan enfrentar la presión social asociada con el consumo de sustancias.
“Está comprobado que la adolescencia es una de las etapas de la vida donde se presentan más factores de riesgo para iniciar el consumo de tabaco, alcohol o cualquier otra droga, por lo que la adopción de medidas tempranas debe ser una política fundamental para favorecer los factores protectores y aminorar los efectos de los factores de riesgo que cotidianamente viven los jóvenes”, señala el sitio oficial de la CONADIC.
“Cabe mencionar que en México existe preocupación no solo por los adolescentes, sino también por los niños que a edades tempranas empiezan a experimentar el consumo de alguna droga”. Una clara alerta para los padres de familia e incluso para las escuelas, en donde los niños y jóvenes pasan gran parte del día.
Que la edad legal en México para consumir alcohol sea de 18 años poco o nada influye para evitar un hecho: cada vez es más común observar que el consumo de bebidas alcohólicas comienza desde edades (muy) tempranas, lo que a su vez aumenta las probabilidades de abusar de este vicio años más tarde.
Es decir, de jóvenes pueden ser “bebedores”, pero de adultos serán alcohólicos.
En entrevista para Núcleo Familiar la Dra. Rocío García, médico internista por la Clínica Universidad de Navarra, con especialidad en hepatología (estudio de las enfermedades que afectan el hígado y las vías biliares), advierte sobre la importancia de que los padres desechen la vieja idea de que una persona alcohólica es aquella que bebe diario.
“Puede ser que un adolescente sea alcohólico y beba solo los fines de semana”, asegura la también coordinadora del Departamento de Doctorado en Ciencias Clínicas de la Escuela de Medicina del Tecnológico de Monterrey.
El problema es precisamente cuando los padres trivializan el consumo de alcohol de sus hijos, con la justificación de que solo beben bajo su supervisión o en compañía de los amigos durante el fin de semana, “y no pasa nada”.
Pero “a lo mejor sí pasa”, alerta García, “porque depende del alcohol para divertirse, porque el alcohol le ha traído varios problemas (legales, por ejemplo) y no le ha importado porque sigue bebiendo”.
Quizá el joven consume alcohol únicamente durante el fin de semana pero ingiere, por ejemplo, “cuatro shots de tequila el viernes”, la misma cantidad el sábado y el domingo, además de “no sé cuántas cervezas”, dice la hepatóloga. ¿El resultado? “Un consumo acumulado (de alcohol) bastante importante”.
García, quien ejerce la medicina privada en el Hospital Zambrano Hellion del Tec de Monterrey, explica que el daño en el hígado a causa del alcohol es acumulativo, por lo que se deben tomar en cuenta los gramos de alcohol por unidad de bebida estándar que se consumen al día –independientemente de que la ingesta de esta sustancia no sea diaria–.
En mujeres, un consumo de entre 20 a 40 gramos diarios de alcohol se considera tóxico, mientras que en los hombres (que tienen mayor capacidad de metabolizar dicha sustancia), un patrón de consumo nocivo de esta bebida es de entre 40 y 60 gramos al día. Se trata de un promedio, dado a que el número varía según diversas guías clínicas.
También deben considerarse los grados de alcohol que tiene cada bebida. “No es lo mismo tomar un tequila que tiene 40 grados, que tomar una cerveza, que tiene 8 (grados)”, comenta la especialista. “La gente no se fija tanto en eso, solo en ‘qué tan mal me voy a poner’, pero no en el daño que le va a causar”.
Otro factor que influye en el grado de daño que el etanol provoca en el hígado es el ritmo de consumo.
“No es lo mismo que yo me tome ocho cervezas (a lo largo de un tiempo prolongado) a tres shots seguidos de tequila”, pues no das oportunidad a que el hígado metabolice la sustancia.
Sí se vuelve alcoholismo
Una y otra vez estudios arrojan la misma conclusión: existe una correlación entre el consumo de alcohol durante la pubertad –desde mucho antes de alcanzar los 18 años de edad– y el riesgo de desarrollar una adicción a esta sustancia en la vida adulta.
De acuerdo con la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental (SAMHSA, por sus siglas en inglés) del gobierno estadounidense, las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 15 años de edad son seis veces más propensas a desarrollar problemas con esta bebida que aquellos que inician a la edad de 21.
Es un problema real y que compete a toda la familia, pues hay casos en los que el alcoholismo se apodera de un hijo o bien, de uno de los padres.
Actualmente son muchos los casos de jóvenes con alcoholismo y que ni siquiera lo consideran como tal.
Esto debido a que cuanto antes se comienza a beber alcohol, el riesgo de ser alcohólico en la edad adulta es mayor, considerando que en la adolescencia el cerebro sufre cambios estructurales importantes en áreas clave para las funciones ejecutivas de este órgano.
Las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 15 años son seis veces más propensas a desarrollar problemas con esta bebida que aquellos que inician a la edad de 21
“Las diferencias en maduración cerebral pueden explicar, en parte, diferencias de sensibilidad a los efectos del etanol en las etapas de la vida. En la adolescencia, por ejemplo, los efectos placenteros del alcohol aparecen a dosis muy bajas, mientras que los efectos desagradables, ligados a la intoxicación, emergen a dosis más elevadas”, explican investigadores en la publicación Salud Mental, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF).
“Este fenómeno, relacionado con la sensibilidad del individuo a los efectos del etanol, estimula y refuerza la conducta bebedora en los adolescentes”.
Estrategias para padres
En las siguientes ligas puedes descargar la información completa de la CONADIC. Esta guía es de gran utilidad para padres y tutores, quienes se encargan de la formación y el aprendizaje de los jóvenes.
En estas ligas podrás descargar la información completa de la CONADIC:
Adolescentes de 12 a 17 años
Niños de 10 a 12 años
Padres de familia y maestros