Invertir nuestro tiempo y dedicación en la familia es hacerlo también para el bienestar propio y de los tuyos en un futuro. Ésta es la primera institución en la que aprendemos valores y virtudes para la vida personal y profesional.
Se podría decir que las familias son las empresas más importantes y rentables que hay, en el buen sentido de la palabra.
Como menciona Coca-Cola Company en su portal “Journey”, la familia es la empresa más importante “y un aspecto fundamental para su éxito es tener unas finanzas saludables. No se trata de cuánto dinero se genere, pues los ingresos de cada familia son diferentes, sino de la capacidad que tenemos para ahorrar con el fin de poder garantizar nuestro sustento de corto plazo y el de las próximas generaciones”.
La familia es el primer modelo de institución que tenemos, en donde hay responsabilidades, reglas, rutinas, dinámicas y actividades para el aprovechamiento de los recursos que se generan por cada uno de los integrantes.
Las personas que se desempeñan en ambientes laborales –ya sea en empresas propias o ajenas– son un reflejo de cómo manejan su familia y los recursos en el hogar. A su vez, los valores que los distinguen se aprenden en casa y sus virtudes las aprendió nada más y nada menos que con la crianza que le dieron sus padres o lo que vio en su familia de origen.
Desde las bromas “locales” de cada familia, hasta la forma en la que se distribuyen los espacios en el hogar, se podría decir que se habla de una empresa o institución.
Además, la familia no solo es el núcleo de la sociedad, sino es uno de los grandes pilares de las organizaciones sociales. Y si su estructura está cimentada fuertemente, así también lo están las comunidades, empresas y otras organizaciones que constituyen a las sociedades del mundo.
Dentro de una empresa, también se forma una familia y cada empleado es un integrante de la misma. Por eso se forma una relación intrínseca entre los empleados, la empresa y sus familias… un ejemplo claro es que cuando un empleado tiene problemas en casa, es porque su “micro empresa” tiene una fragmentación, alterando y afectando su productividad y desempeño laboral.
Y qué decir de las empresas familiares o lo que es igual, las familias empresarias de países como México, un país en el que las empresas familiares conforman la gran mayoría del sector privado, siendo una de las columnas que sostienen la economía.
Tiene sus ventajas y desventajas, pero en la actualidad, cada vez más familias se vuelven emprendedoras, modificando la forma de generar y preservar ingresos que se inyectan en proyectos y que alimentan a la sociedad.
Al mismo tiempo, no es lo mismo empresas familiares que familias empresarias (y emprendedoras).
Así que seas o no una familia emprendedora, una empresaria o tengas o no una empresa familiar, la familia es indudablemente la primera escuela de negocios a la que acudimos.
De igual forma en la que se le dedica todo el ser a ese proyecto nuevo, a esa idea que se cultiva y se convierte en una empresa o negocio que demanda el corazón, talento, inversión y sacrificio, a la familia hay que darle lo mejor. Y no necesariamente se habla de meros ingresos o recursos económicos, sino de intangibles, de amor, dedicación, tiempo de calidad, disciplina, responsabilidad, orden y mejora continua.
La familia es ese incomparable proyecto de vida que tenemos, es la mejor inversión humana y espiritual y es también esa fuerza que nos impulsa a ser, dar y buscar lo mejor.