La familia es nuestra zona de confort y lugar seguro… pero también es con quien nos desquitamos y peleamos. Te presentamos consejos para lidiar con el conflicto en el hogar
¿Por qué nos peleamos con la familia? ¿Por qué, en ocasiones, preferimos “quedar bien” con personas que ni siquiera tienen una relación interpersonal con nosotros o bien, no nos conocen a profundidad?
En el seno familiar es donde nos sentimos con mayor confianza para ser quienes somos, sin tapujos, sin etiquetas (en el mejor de los escenarios, aunque hay algunas con situaciones difíciles o ambientes y entornos de conflicto y violencia). Es esa red de seguridad y lugar acogedor al que acudimos cuando nos sentimos vulnerables, por diversos factores… Por ello, es imprescindible preguntarnos: ¿por qué dañamos ese lugar acogedor? ¿por qué nos desquitamos con esa red de seguridad? ¿por qué agredir a quienes más nos quieren?
Respuestas hay muchas y varían en cada caso, pero unas de las más comunes es que hay heridas y/o conflictos que se traspasan entre las generaciones o entre los miembros de la familia. Es muy probable que en este momento estés recordando o pensando en alguna situación que hayas atravesado con algún familiar o que dentro de tu seno familiar se haya llevado a cabo algo de esta índole.
Entre las causas más frecuentes de roces o pleitos están problemas por dinero, rencillas de la infancia, rivalidad entre hermanos, discusiones con la familia política, heridas y traumas no trabajados, entre otros.
Diversos estudios, según The Atlantic, señalan que en ocasiones algunos hermanos siguen con sentimiento de rivalidad a pesar de ya no cohabitar o incluso de haber madurado. Bethann Bierer, psicólogo de la Universidad de Colorado, dice que cuando hay reuniones familiares (en Navidad, por mencionar un ejemplo) surgen las heridas y salen a la superficie pleitos del pasado porque las personas beben en la celebración, tienen ciertos patrones y porque los sentimientos están a flor de piel.
Y es que otro de los factores más contundentes es que los padres discuten, eso genera tensión directa en la relación con los hijos y en la forma en que ellos aprenden a lidiar con el conflicto, el rechazo, el fracaso y las diferencias.
Por otro lado, los viajes y vacaciones. ¿Se han fijado que durante los viajes es común que las personas tengan riñas?
Expertos en terapia de pareja aluden que, cuando ésta viaja, inconscientemente desea vivir estos días de desconexión de manera individual y, por ello, cualquier decisión (como lo es en qué restaurante comer) puede dar pie a un pleito.
El ocio nos relaja y lleva la tensión del hogar a los viajes, hará que las personas tiendan a chocar o a descargar el estrés que lleva como un peso en la rutina y en el día a día.
También, durante las vacaciones tendemos a romper hábitos y rutinas, simplemente podemos optar por levantarnos más tarde de lo normal, lo que provoca que el organismo se descoloque.
A la vez, hay cansancio y preocupación por estar a tiempo en el aeropuerto, tal vez, o por no ponerse de acuerdo entre los familiares. Otra cosa es que, si viaja la familia extendida y no solo la directa y se incluye a familia política, la dinámica puede ser dispar porque cada una tiene su forma de entretenerse y dinámica de relajación a la hora de viajar. Imagina que unos son muy deportistas y extremos y otros son más de relajación y ocio. Por ello es importante respetar la individualidad de cada familia durante un viaje y planear cuándo se pueda coincidir durante el día, para así aprovechar al máximo los momentos de calidad que pasan juntos y todas las anécdotas y recuerdos que saldrán de la aventura.
Se aconseja, a la vez, ver el viaje como una recompensa para todos, como un premio que se están obsequiando para estar juntos. Y, sobre todo, no tocar temáticas que generan tensión y conflicto durante este tiempo de detox para todos.
Llevar la fiesta en paz
Somos humanos, sentimos y reaccionamos, pero también podemos pensar antes de actuar, ser empáticos y siempre optar por la vía del diálogo y el entendimiento. Con mayor razón si se trata de nuestros seres queridos.
A continuación, te compartimos algunos consejos que podrán servirte para hacer de los ratos en familia momentos de convivencia de calidad y no situaciones en las que pareciera que se camina por un campo minado:
- Escuchar y saber ceder: Muchas veces intentamos que nuestro punto de vista sea el “único y el correcto”, no se trata de tener la razón, sino de llegar a un acuerdo.
- Respetar y empatizar: Si están juntos, no toquen temas que puedan dar pie a un conflicto o discusión, reunirse es para tener tiempo de calidad y para aprender los unos de los otros.
- Convivir y atesorar: Cada día es uno menos en este planeta, ¿por qué pasamos el tiempo en pleito? Y más con quienes más queremos. Hagamos de cada momento un rato inolvidable. Ejemplo de ello es cuando viajamos.
- Aceptar y valorar: Cuando aceptamos que no todos piensan –y reaccionan– como uno mismo y que no siempre estaremos de acuerdo, podemos avanzar y valorar las virtudes del otro y lo que juntos hacemos para crecer y mejorar.
- Perdonar y superar: Muchos pleitos crecen porque se trata de situaciones que tienen años o que se agravaron porque no se hablaron en su momento, o bien, son heridas de la infancia o rencillas que están arrastrando y que inclusive se heredan. Perdonar es la solución para dar el primer paso, con humildad y disposición.
- Trabajar en traumas: Buscar ayuda cuando se vive algo traumático en la familia evitará que se queden heridas y pérdidas no resueltas, vivir los procesos y apoyarse como familia es parte de ello.
- No rencores ni venganza: El orgullo, ego y la falta de perdón puede hacer que menos se quiera trabajar en el conflicto no resuelto. De hecho, expertos de la Universidad Hope aluden a que el rencor altera y afecta directamente las relaciones interpersonales.
- No repetir malos comportamientos: Los patrones tóxicos que se ven en la familia suelen ser imitados, esto aún más cuando los pequeños crecen en este entorno. Rompamos con esas pautas.