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Gracias a que son días sin escuela – con la agradable ausencia de las responsabilidades que ésta conlleva – y al clima caluroso que lo acompaña, el verano suele ser una temporada de un paso más tranquilo a nivel familiar. O por lo menos lo debería ser.

Para aprovechar las ventajas de tener unos días más pausados, el primer requisito es que los papás vean la estación de esa manera. Enfocarse en que no hay que correr con los niños en la mañana para salir a tiempo de casa para llegar a la escuela y al trabajo y que no hay que revisar tareas o calificaciones ayuda, especialmente a los papás que trabajan, a dirigir la atención a lo que alivia, en lugar de dirigirla a lo que complica (“¡¿Qué haré con los niños si yo estoy trabajando?!) Y con respecto a lo que complica, es aquí donde se nos abren distintas posibilidades que pueden hacer única esta temporada del año:

 

LA LISTA

Para familias que tienen uno de los padres en casa, hacer una lista de 3 actividades semanales para realizar con lo niños, considerando que por lo menos una se hará en fin de semana para que la mamá o papá que trabaja pueda participar de la convivencia familiar. Para familias que ambos padres trabajan fuera del hogar sugiero 2 actividades para realizar en fin de semana. Sean creativos: visitar museos, organizar días de campo, cocinar algo especial, hacer una manualidad, ir a una fundación a prestar ayuda… Se trata de que estas actividades las realicen niños y adultos, a manera de crear recuerdos familiares, los que se construyen mejor cuando no sólo inscribimos a los niños a algún taller o campamento de verano.

 

LA REUNIÓN FAMILIAR

Una vez que los papás han revisado la lista y están de acuerdo en las actividades a realizar, la reunión es el “anuncio y lanzamiento oficial” de esta nueva visión del verano: una estación dedicada especialmente a fortalecer los lazos familiares. En esta reunión pueden surgir ideas de los niños que valga la pena realizar, por lo que entre todos podrán revisar y modificar la lista hasta que quede al gusto de los participantes.

 

LA REALIZACIÓN

Obviamente lo siguiente es realizar las actividades. ¿Por qué sólo 2 o 3 por semana? Principalmente porque lo que TODOS – no sólo los más pequeños – debemos de aprender, es a disfrutar del ocio. Nos hemos acostumbrado tanto a la programación intensa de actividades que no sabemos qué hacer con los minutos libres. Estamos tan acostumbrados a la sobre-estimulación del celular que nos sentimos ansiosos cuando no tenemos acceso a algún dispositivo. Nuestra semana debe tener un día de “descanso general”, donde la rutina y las reglas cotidianas pueden flexibilizarse de tal manera en que la diversión y la armonía sean lo que rija en el ambiente familiar. Hagan un esfuerzo por que ese día se utilice lo menos posible la tecnología. Sentarse a observar y disfrutar de la naturaleza (que se puede lograr con sólo salir al jardín de la casa) es de las actividades que, de acuerdo a muchas investigaciones, “recargan” más nuestras energías y producen mayor sensación de paz interior. Aprovechen al máximo el verano para que, tanto en familia como a nivel individual, sean mayores los beneficios en la salud física y emocional.

 

LOS CASOS ESPECIALES 

Ya que le estamos asignando al verano uno de los papeles más importantes para la familia, el del fortalecimiento de los vínculos, pongamos atención a las “relaciones en problemas” con alguno de nuestros seres queridos. Cuando sabemos que los lazos con un hijo o con nuestro cónyuge están dañados, no debemos esperar a entrar en acción. El tiempo puede incrementar la distancia entre ambos si no se hace nada al respecto. Para ello, diseña un “programa” especial de acciones y actividades a realizar con esa persona, todo dirigido a resanar la relación. Las acciones son tareas que te involucran a ti y las actividades son en las que participan los dos. Un ejemplo de “acción”, puedes poner un mensaje diario y cariñoso todas las mañanas para desearle un buen día a tu pareja. O recortar del periódico una noticia del más nuevo modelo de celular que salió al mercado, para mostrárselo a tu hijo al que le gusta la tecnología, para conversar de los alcances de ese dispositivo, generando un momento de comunicación sobre un tema de interés para el joven. Ejemplos de actividades pueden ser organizar una salida, no para “hablar” de los temas que los está distanciando, sino un paseo entretenido para ambos que ayude a “preparar la tierra” para una futura plática dirigida a acercar la relación. No desistas a pesar de que tus iniciativas no fueron respondidas y bien acogidas por tu familiar. Establecer una conexión toma tiempo, persistencia y paciencia. Continúa con tu programa de verano, intentando una y otra acción y actividad, sin reclamos y con el mayor entusiasmo posible. Tu actitud cercana y accesible será clave para ir logrando cambios, por sutiles que sean. El grado de daño que existe en la relación, determinará la velocidad en la que se podrán ver los resultados de tu iniciativa y tal vez requieran ir más allá del verano para que se vuelvan permanentes, pero la única manera de mejorar tu relación con los que quieres, es empezar a trabajar cuanto antes hacia ese objetivo. ¡Manos a la obra!

Si ya han tenido varios veranos en familia es posible que estén tentados a repetir lo que han hecho en años pasados. No sigas este primer impulso. Dale un giro al ambiente de la casa con un toque de novedad y, sobre todo, con un propósito concreto que puede ser el inicio de nuevas tradiciones, la creación de recuerdos que durarán toda la vida y lo mejor de todo: vínculos familiares más fuertes que nunca.

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