Hemos pasado por muchos cambios, procesos y situaciones, en todos los sentidos, con mayor ímpetu a raíz de la pandemia. Y el concepto de familia es el que más se ha adaptado y en donde está la clave para convivir mejor en sociedad.
¿Qué es la familia para ti? ¿Qué te dice este concepto? Este término puede significar cosas muy distintas para cada persona pero, en esencia, es ese lugar al que llamamos hogar, ese lugar en el que podemos ser uno mismo sin tapujos, en donde nos sentimos amados, respetados, cómodos e inclusive es en donde las personas se sienten “como pez en el agua”.
De hecho, vivir en familia nos hace sentirnos más felices, según los resultados de la extensa investigación “Harvard Study of Adult Development”, la cual recabó los datos de 700 personas a lo largo de 75 años.
El director de este estudio, Robert Waldinger, comentó en su ponencia de TED que una familia estable es un boost para la salud, ya que cuando una persona tiene relaciones interpersonales estrechas, tiene –a la vez– menos probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas. No se trata de vivir “en Disneylandia”, creer que todo es color de rosa, “esas relaciones buenas no tienen que ser fáciles todo el tiempo. Algunas de nuestras parejas, que están en los 80, pueden estar peleando todo el día. Pero siempre que sintieran que en verdad podían confiar en el otro cuando las cosas se ponían difíciles, esas discusiones no causaban estragos en su memoria”.
Las relaciones personales, familiares y amistosas requieren entrega, esfuerzo y trabajo diario. Sobre todo si tomamos en cuenta que para la gran mayoría de los seres humanos, la familia es lo más importante (en España, por ejemplo, el 34 por ciento así lo considera, según los resultados de un estudio a cargo de Aegon).
Pero, esto hace que salte a la luz una duda crucial: Si vivir en familia nos hace felices y potencia la buena salud y el bienestar y, además, es de lo que consideramos más importante, ¿por qué pareciera que este concepto pierde el valor para la perspectiva común?
Inclusive todo indica que se “ataca” a este núcleo de la sociedad (ninguna es perfecta y hay familias que se forman sin necesidad de tener un lazo biológico).
Sabemos que la pérdida de valor hacia este integrante de la sociedad está intrínsecamente relacionado con el hecho de que –lamentablemente– la familia se desintegra o sufre fracturas por situaciones como violencia doméstica, abusos, adicciones y/o conflictos.
En México –atribuible, hasta cierto punto, a la pandemia y sus consecuencias– la violencia intrafamiliar presentó un aumento del 20.7 por ciento en el primer trimestre de 2020, de acuerdo a estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Esto ha afectado directamente a la fragmentación social, pues se podría inferir que la pérdida de valores que se derivan de familias no sanas y relaciones no fructíferas se refleja dentro y fuera de la casa, en la forma en la que convivimos en la sociedad.
Entonces, también se podría deducir que algunos problemas y conflictos sociales podrían prevenirse, evitarse y hasta arreglarse si tuviéramos coherencia y luchamos y trabajamos por lo que consideramos más importante: la familia.
Cadena de valores
Lo cierto es que el concepto de familia –sea o no la biológica– sustenta e integra la esencia de cada persona, después de cada comunidad, sociedad… en sí, hasta llegar al planeta, al que podríamos considerar la familia que nos une. Tal vez no estamos relacionados con algunas personas, pero eso no significa que no debemos considerarla como parte de un todo.
Es muy sencillo: quien no es empático consigo mismo, ni con los suyos, tampoco lo será en todos los entornos en los que se relaciona y desenvuelve.
Es como una cadena y/o círculo virtuoso, ahí reside la clave de cómo poder prevenir conflictos a nivel sociedad, país y mundo.
Ahora bien, no estamos “obligados” a crecer en el seno familiar si ésta es sinónimo de un lugar de dolor y abuso, pero este tipo de situaciones –en las que es mejor separarse de la familia– no excluye que la persona forme su propio seno familiar.
Sí, el ideal de la familia también se ha adaptado y está evolucionando, debido a que muchas familias están desintegradas, sin embargo, esta adaptación es una oportunidad y el timing es perfecto, si se toma en cuenta que todos nos hemos reencontrado con ese lugar al que llamamos hogar, ya que la pandemia agarró al mundo entero “desprevenido” y sigue provocando que modifiquemos la manera en que nos relacionamos unos con otros, comenzando con las relaciones personales de índole directo.
Como indicó el Centro Albea (conformado por un equipo de psicólogos especializados en el tratamiento y prevención de distintas patologías psicológicas y trastornos emocionales), “la crisis del coronavirus ha golpeado la vida familiar y social de millones de personas sin previo aviso. El confinamiento obligatorio y las nuevas restricciones han modificado nuestros hábitos laborales, sociales y académicos. Y aunque existen personas con una gran capacidad de adaptación al cambio, la mayoría de nosotros nos hemos visto obligados a resolver la situación de la mejor manera posible, a golpe de improvisación. Esto, en ocasiones, ha generado ciertas fricciones en la convivencia de los hogares y también en la manera de relacionarnos con nuestros hijos y familiares que han aumentado la demanda de ayuda profesional”.
«La realidad que estamos viviendo nos plantea muchos desafíos, entre ellos el de la conciliación familia y trabajo, que ahora se manifiesta de un modo distinto. Es imposible aspirar a hacer todo bien, son demasiadas las exigencias, por lo mismo, debemos enfocarnos en las que son esenciales para la familia y para cada uno de sus miembros», señaló Carmen Domínguez, quien es directora del Centro UC de la Familia.
Y es que, como dijo Claudia Cerfogli, académica de Psicología UC, “¿quiénes son los que están más tensionados en todo esto? La familia. Es algo que cruza a todas las personas, es un tema transversal: todos estamos de alguna manera preocupados e interactuando con nuestros seres más cercanos. Estas charlas pueden llegar tanto a un joven que esté complicado en su casa o a alguien que está teletrabajando o cuidando a sus adultos mayores”.
Pero, al mismo tiempo, con la nueva era que estamos viviendo a causa de la pandemia provocada por el brote de coronavirus, se abre la puerta hacia para poder enfrentar y escarbar en las causas de los factores que fragmentan a los hogares y a la sociedad, por lo tanto, se pueden trabajar y solucionar.
Esta pandemia sensibilizó a gran parte de la humanidad y dio pie a lo que llamamos “nueva normalidad”, ya no seremos como antes y la convivencia se transformó por completo, así, podemos también reformar y gestionar lo que nos divide para poner en práctica lo que nos une.