Así como en las organizaciones, cada familia crea su propia dinámica y esencia, su forma de comunicarse y de sobrellevar las distintas situaciones que se enfrentan. Te presentamos una reflexión sobre tener visión tridimensional para enriquecer la vida familiar
Como todo entorno social, la familia experimenta inevitablemente retos y logros en función de sus costumbres y tradiciones, pero también de valores, experiencias y aprendizajes. Podríamos decir que son algunos de los componentes de su cultura propia.
Recuerdo, por ejemplo, la rutina diaria de la familia de un amigo de mi juventud. Al terminar la cena, su padre acostumbraba dar un paseo en compañía de alguno de sus hijos. Aprovechando que la colonia residencial disponía de una calle que rodeaba un cerro y era relativamente poco transitada.
En su caminata nocturna, padre e hijo recorren unas 15 manzanas de viviendas de clase media alta durante 45 minutos para regresar al punto de partida y entrar de nuevo a la casa.
Lo interesante era que:
- La caminata servía para conversar e intercambiar sentimientos y emociones derivados de los asuntos, novedades y preocupaciones del día.
- Era una especie de reunión-dialogo personal de carácter rotativo, pues el padre escogía a un hijo distinto a la vez. Si existían dudas, interés de ayudar o de conocer el avance de sus proyectos personales, ese recorrido era la oportunidad de oro para ambos, de un encuentro productivo y valioso.
Desde hace tres décadas me ha interesado el desarrollo organizacional y, en años recientes, la problemática sobre la familia. Y me entusiasma descubrir que existe una “Cultura Familiar” con comportamientos, estilos de vida y formas de comunicarse y decidir de la misma manera que en las organizaciones o empresas, se habla de cultura organizacional.
Cada familia tiene una cultura propia y se personaliza su estilo de vida en las relaciones humanas en el modo de dialogar, decidir, de actuar, de analizar y enfrentar los retos del día a día, desde los asuntos menores y rutinarios hasta las grandes cuestiones éticas sociales y morales.
Dimensiones de la cultura familiar
La vida familiar está influida por tres dimensiones temporales: el pasado, el presente y el futuro, es decir su cultura es receptiva a las mismas.
Al Pasado familiar, por ejemplo, lo caracterizan tres circunstancias:
* Valores
* Tradiciones y costumbres
* Aprendizajes
El Presente familiar es constituido por tres factores:
* Compromiso,
* Responsabilidad
* Toma de decisiones
El Futuro de la familia estará compuesto de dos ingredientes:
* Expectativas
* Esperanza
¿Cómo impacta el pasado y el presente en la cultura familiar?
Retomo al ejemplo de la caminata familiar implementada por el padre de mi amigo y pienso que es muy posible que lo que él vivió y aprendió de adolescente y joven, lo estuviera replicando como padre y abuelo, siempre y cuando dicha rutina le hubiese sido estimulante y provechosa, pues de lo contrario, es de esperarse un rechazo sistemático a las conversaciones ambulantes.
En mi particular perspectiva, las oportunidades para mejorar, resolver problemas y tomar decisiones son grandes, si estas rutinas se manejan con respeto, cordialidad y son bien intencionadas.
Ahora bien, si estas rutinas se aprovechan para reforzar el compromiso y la responsabilidad de cada miembro de la familia, es de esperarse un entorno rico en momentos de satisfacción y entusiasmo en el presente familiar y, por supuesto, también en el futuro, ya que los integrantes conectaran los momentos presentes con las expectativas creadas en términos de salud emocional, prosperidad y solidaridad.
En la película “Un hombre de familia” Jack Campbell, un próspero financiero neoyorkino vanidoso y autosuficiente, enfrenta sorpresivamente un “vistazo” de cómo hubiera sido su vida de haberse casado con la novia a la que dejó por mudarse a estudiar en Londres.
El resultado de dicha “experiencia-ficción” es el descubrimiento de una visión de matrimonio y familia a la que decide valorar y aspirar muy por encima de su vida material exitosa y a la vez triste y vacía. El proceso para decidir implicó revisar valores, tradiciones y aprendizajes para confrontarlos con sus expectativas y apostarle a la esperanza.
La moraleja del filme, estrenado el año 2000, bien podría ser: “existe un mejor futuro si mirando el pasado, descubro lo equivocado del presente y lucho por el bien de la familia”.
Muchos matrimonios actuales se encuentran muy acosados por tentaciones pasajeras que limitan su bienestar por la embestida del materialismo e individualismo reinante y también porque no lo ven como un proyecto de vida. Tristemente aceptan vivir sin esperanza o con expectativas poco fortalecidas de compromiso.
Nunca antes como ahora, hombres y mujeres se enfrentan a una embestida feroz y permanente de dificultades para seguir el camino del amor y la solidaridad en sus decisiones de pareja.
Cultivar la confianza, la generosidad, el respeto y el diálogo, se percibe como gigantesca tarea y muchos matrimonios optan por el desánimo, la intolerancia y la ruptura como remedio, impulsando una cultura familiar poco edificante que afecta la salud física, emocional y espiritual de los hijos.
Hace falta una visión tridimensional de sus vidas, para que sean capaces de proyectar su futuro con esperanza, pero también revisando el pasado y el presente, con sus valores, tradiciones, aprendizajes y nivel de compromiso y responsabilidad.
Para reflexionar
La familia es ese incomparable proyecto de vida que tenemos, es la mejor inversión humana y espiritual y es también esa fuerza que nos impulsa a ser, dar y buscar lo mejor. Propongo analizar 4 preguntas:
- ¿Considero importante revisar el pasado y el presente para proyectar un mejor futuro para mi familia?
- ¿Acepto vivir con esperanza para mi familia?
- ¿Qué experiencias y aprendizajes pasados puedo aprovechar para el presente y el futuro?
- ¿Qué decisiones debo tomar ahora que ya descubrí cómo aprovechar el pasado y el presente, (rutinas, valores, responsabilidades, compromiso, etc.)?
Por Osvaldo Reyes Méndez