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Si tan sólo el cuerpo dependiera de una suma y resta de calorías, todos tendríamos el mismo cuerpo, ¿no? Si quiero bajar de peso, como tantas calorías… si quiero aumentar peso, como otras tantas y si quiero ser fuerte, hago ejercicio y ya está. Pero, ¿por qué es tan difícil? Porque tu tipo de cuerpo depende de tantas cosas: tu genética, tu cultura, tu alimentación, tus horas de sueño, tu movimiento diario, tu capacidad de relajarte, tu pulsión dedicada al alimento, tu preocupación por querer cambiar tu cuerpo, de tu hidratación, de si tienes o no ciertos padecimientos, de qué tanto llenas tus vacíos emocionales con comida, etc.

¿Alguna vez te ha pasado que sabes que no “debes” comer tal alimento y aún así lo comes? Y hasta a veces en mayores cantidades. Bueno, este es el ejemplo perfecto para demostrar que no es cuestión de calorías… y tampoco de fuerza de voluntad. La alimentación y tu imagen corporal van mucho más allá.

En este artículo quiero platicarte lo que nadie dice sobre las dietas de moda. Cada vez que hablemos de “dietas” nos referimos a la restricción calórica, es decir, darle a tu cuerpo menos energía de la que necesita para sobrevivir y hacer sus actividades diarias. Romperemos mitos, estigmas sociales y etiquetas que nos hacen tener creencias erróneas sobre imagen corporal y dietas. Espero que lo disfruten tanto como yo disfruté escribirlo.

“¿A qué edad fue la primera vez que escuchaste la palabra ‘dieta’?” es una pregunta que hago de manera habitual en la primer consulta de cada uno de mis pacientes. Generalmente recibo respuestas como: “a los 6 años”, “a los 10” o “desde que tengo memoria”… Y no es una respuesta con una sonrisa en la boca, es una respuesta con gesto de vergüenza, como si fueran los únicos fracasando en el camino para llegar a ese “cuerpo perfecto”.

Querido lector, no eres el único. Porque las dietas no funcionan. Déjame te explico: cuando pones a tu cuerpo en un estado de hambruna (alias “dieta”), él no sabe si es por decisión propia o porque hay una guerra allá afuera y no hay comida. Claro, al principio se acaba tus reservas (alias “jabonera” o “pachi”), pero el cuerpo es tan sabio y tan increíble que siempre va a buscar sobrevivir y no dejarte morir, así que hace de las suyas para ir almacenando todo lo que va entrando al cuerpo. Aquí entran esas personas que dicen “hasta el aire me engorda” o el famoso rebote. Por favor recuerda siempre que tu cuerpo no está aquí para hacerte la vida de cuadritos, su única función es la supervivencia.

Con la palabra “dieta” me refiero a esas dietas restrictivas o de moda que te dicen qué, cuándo y cuánto comer y te desconectan de las señales de tu cuerpo. En el término “dietas de moda” entra cualquier plan alimenticio que cumpla con las siguientes características: elimina un grupo de nutrientes (proteínas, carbohidratos o grasas), te divide los nutrientes por día, es restrictivo, incluye pastillas naturales o no naturales que te quitan el apetito, divide los alimentos como “permitidos” y “no permitidos”, te obsesiona por comer saludable, disminuye tu energía, hace que comer te genere frustración, dejas de salir con tus amigos porque “no sabes qué vas a pedir”, y lo más importante… no puedes hacerlo por el resto de tu vida.

¿Sabías que el 90% de las personas que bajan de peso haciendo dieta regresan a su peso inicial o más en un promedio de 5 años? Pero esa parte nadie la cuenta. Tampoco cuentan que las dietas generan obsesión y miedo a los alimentos, provocan atracones y un sube y baja en el peso tan drástico y por tantos años que pone en riesgo a la salud.

Y aún sabiendo esto, la industria de las dietas es el único negocio que gana billones de dólares al año y te culpa a ti si no funciona. Es como si compro la misma licuadora una y otra vez y cada que la conecto se descompone. El problema es la licuadora, no quien la conecta.

Lo que hay detrás de las dietas que nadie cuenta

Te platico que yo también hice diferentes dietas por al menos 10 años de mi vida, las conozco todas. No sólo ya conozco el lado nutricional de cada una (cosa que antes desconocía), sino que conozco también lo que se siente hacerlas y ¿sabes qué? Me prometí a mi misma jamás poner una dieta a mis pacientes.

Yo también fui víctima de querer tener un “cuerpo perfecto” y querer encontrar una estrategia fácil y rápida para llegar ahí. Por su puesto que fracasé hasta que logré relajarme y aprendí a escuchar las señales de hambre y saciedad que me enviaba mi cuerpo (lo que hoy en día trabajo con mis pacientes).

La pregunta que recibo más frecuente es: “Dany, pero si eres nutrióloga, ¿cómo es que no pones dietas?” y dentro de las millones de razones que te puedo platicar, hoy te comparto 5:

  1. Las dietas aumentan el riesgo de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA): documentado está que por el simple hecho de restringir alimentos o hasta grupos completos (como los carbohidratos) existe una probabilidad elevada de que se produzca un miedo a comer, miedo a subir de peso, miedo a no entrar en el estigma de peso que “exige” indirectamente la sociedad.
  2. El peso que se pierde se recupera a corto-mediano plazo: ésta es mi favorita. Y es que es increíble cuando crees que encontraste la solución, pero cuando menos te lo esperas, el peso va para arriba otra vez. Recuerda: si lo que estas haciendo (licuados, pastillas, dietas restrictivas, protein shakes, etc.) no podrías hacerlo por el resto de tu vida, déjalo de una vez, no te va a funcionar a largo plazo.
  3. Aumentan los famosos cravings que llevan a los atracones: cuando a tu cerebro se le manda la señal de “eso no puedes” lo quiere al doble. ¿A poco no? Como cuando de pequeño/a te castigaron de no ir a alguna fiesta y tus ganas de ir aumentaron al doble. Así idéntico con la comida. Cuando nos dicen estos alimentos SÍ, estos NO, y estos MODERADOS, el cerebro le pone cara de “no me retes” a los de la zona prohibida y se nos antojan más.
  4. Disminuye la satisfacción corporal y el amor propio: y es que estar siguiendo una dieta para lograr estar como esa foto que viste en Instagram o como tu amiga que come de todo y no engorda va a terminar en fracaso, lo único que vas a lograr es estar en guerra con tu cuerpo. Verte al espejo y rogar que todo se viera diferente. Castigarte porque después de “echarle tantas ganas” nada cambia. Recuerda: primero tienes que aceptarte tal cual eres, pero de verdad, sin condiciones… porque si no te aceptas hoy, tampoco lo harás con unos kilos menos.
  5. Aumenta la prevalencia de depresión y ansiedad: y por si no me he explicado bien en los puntos anteriores el porqué nos vemos más expuestos a tener depresión y ansiedad, se los explico brevemente: si tu estilo de vida (alimentación, trabajo, amistades, actividades, etc.) te causan constante estrés o frustración, no lo estás haciendo bien. ¡El/La que está mal no eres tú! Es la estrategia que estás utilizando.

Por estas 5 razones, y más, jamás pondría una dieta. Yo también pasé por eso y ¿sabes qué? No se lo deseo a nadie. Porque las dietas son tan adictivas como las drogas o el alcohol, cuesta muchísimo salir de esa adicción, pero una vez que lo haces encuentras libertad y paz alrededor de los alimentos.

Los cuerpos vienen en diferentes tamaños

Un muy pequeño porcentaje de la población puede tener un cuerpo delgado, marcado y además comer lo que se le antoja. ¿Por qué somos tantos buscando ese cuerpo sabiendo que tal vez nunca lo tendremos? A veces me gusta intentar entender un poco cómo es que llegamos a esta obsesión por perseguir ese tipo de cuerpo. Ese cuerpo delgado, pero no demasiado delgado… fuerte, pero no demasiado fuerte… con curvas, pero no tan pronunciadas. Y creo que todo comienza desde que estamos pequeños, pero ya lo platicaremos más adelante.

No podemos dejar de mencionar las conductas que se han normalizado tanto, pero por favor entendamos que son comunes pero para nada normales: pasar 16 horas sin comer, glorificar quedarse con hambre, masticar un chicle o tomar agua cuando lo que se tiene es hambre, dejar de hacer cosas importantes por hacer horas de ejercicio, pedir una botella de agua en el restaurante mientras todos cenan, etc. Y todo por buscar un tipo cuerpo que la sociedad y la industria de la belleza ha impuesto como “perfecto”.

Nos falta como sociedad aceptar que los cuerpos vienen en diferentes formas. Así como hay diferentes colores de ojos, diferentes tipos de cabello, distintos colores de piel… así también hay diferentes tipos de cuerpo. La campaña que se ha creado para hacerte sentir culpable e inconforme con tu cuerpo es la misma que se beneficia económicamente cada que compras una crema “reductora”, unas pastillas supresoras de apetito, un licuado “quema grasa”, una cirugía milagrosa y una báscula que te juzga cada que te ve.

Y es que la autoestima se ha visto tan perjudicada desde que tenemos memoria. Pensemos en las princesas de Disney… toda niña quiere ser por lo menos una de ellas a lo largo de su infancia y, ¿Cómo es su cuerpo? ¡Siempre delgado! Cenicienta, Ariel, Bella, Pocahontas, Mulan, Aurora, Megara, Elsa y Ana… todas tienen el mismo cuerpo. Los de cuerpo grande siempre son los villanos: Úrsula en La Sirenita, Hades en Hércules, La Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas. A los niños no les dejan opción, hay muy poca tolerancia a la diversidad de cuerpos en todos lados, y claro, ¿quién querría ser el villano de la película?

Si tienes hijos platícales lo valiosos y hermosos que son todos los tipos de cuerpo, hay niños de cuerpo grande por naturaleza, y no deben ser tratados como menos. En las escuelas hay tanto “bullying” alrededor del cuerpo de los niños que se ha convertido en un problema importante. Pero lo que a mi se me hace peor problema, es que quieran cambiar el cuerpo de los niños, en lugar de la mentalidad de los que “bullean”.

Dietas en la infancia y adolescencia

Las niñas y los niños deberían estar haciendo actividades de niñas y niños: jugar con muñecas, carritos, ver caricaturas, jugar fútbol, aprender un instrumento, pintar… no ponerse a dieta.

En el momento en el que como papás ponemos a dieta a nuestros hijos les estamos haciendo saber que su cuerpo no es aceptado, que debería ser diferente y que si en algún momento su peso aumenta, algo está mal con ellos. En pocas palabras, les damos la bienvenida al circulo vicioso de dieta tras dieta.

Se ha visto que al hacer dieta los niños crecen con autoestima más bajo, hay riesgo a deficiencias de calcio y hierro, aumenta la obsesión y miedo por la comida y, por su puesto, aumenta el riesgo a trastornos alimenticios (anorexia, bulimia, trastorno por atracón, etc.).

Me ha tocado escuchar comentarios de papás en consulta como “estuvimos en el hospital porque se enfermó, pero lo bueno es que bajó de peso” y de verdad me asusta. ¿Hasta dónde vamos a llegar con esta idea irreal que tenemos sobre el peso? Tu hijo o hija no necesita más presión social sobre su cuerpo, hazlo crecer con buena autoestima, dale seguridad porque te aseguro que un tipo de cuerpo no define su futuro… lo que él o ella piense de su cuerpo, sí.

Alimentación intuitiva

Desde que nacemos tenemos ese “instinto” por elegir los alimentos que nos hacen bien, de hecho hasta cierta edad nuestro propio cuerpo nos avisa qué, cómo y cuándo comer. Conforme vamos creciendo lo que sentimos y pensamos juegan un papel bastante importante en esta decisión. Y claro, yo le digo a mis pacientes que no estamos hechos solamente de estómago y lengua… también tenemos un cerebro.

Entonces, ¿comer intuitivamente es comer lo que yo quiera, cuando yo quiera y en la cantidad que yo quiera? ¿Es ver un pastel y comerme los pedazos que se me antojen? ¿Es prepararme unas papas con elote todas las tardes? ¿Es ir al cine y pedir las palomitas grandes? No, nada de eso es comer intuitivamente.

Lo que sí es: sí es hacer las paces con los alimentos, comer lo que sea que sacie tus antojos, sí es darle el permiso incondicional a tu cuerpo para comer… pero comer cuando yo quiera sin evaluar mis estándares de hambre y saciedad puede causar distención abdominal, acidez, estreñimiento, diarrea, alteraciones hormonales y te aseguro que no será una experiencia placentera.

Como comedor intuitivo podrás saber qué es lo que le hace falta a tu cuerpo en ese momento, desde un pedazo de brownie hasta una ensalada, no es magia ni algo que se logra de la noche a la mañana, pero es un proceso increíble lleno de autocompasión, conocimiento introspectivo y sobretodo volver a tus raíces, confiar en tu cuerpo y las señales que te manda.

Comer intuitivamente no va a cambiar solamente tu relación con la comida, va a cambiar tu vida por completo.

Quiero compartirte algunos comentarios que han hecho mis pacientes después de aprender a comer intuitivamente:

  • “No sé qué pasó con la ansiedad que me daba a media tarde, desapareció por completo”.
  • “He aprendido a comer sin estar en piloto automático, antes no podía dejar de comer si había comida en el plato, ahora la pido para llevar en el momento que me siento satisfecha”.
  • “Antes creía que si te decía todo lo que había comido fuera del menú me ibas a regañar y juzgar, pero con el tiempo me di cuenta que era yo mismo el que se juzgaba demasiado, era mi Food Police interno”.

¿Qué beneficios tiene la alimentación intuitiva?

Te enseña a estar consciente de los beneficios de cada alimento que preparas e ingieres, a elegir alimentos que sean placenteros tanto para tu paladar como para nutrir tu cuerpo utilizando todos tus sentidos para saborear, oler, etc. También te permite distinguir qué alimentos te gustan y cuáles no sin juzgar si “engordan” o no y te enseña a ser consciente de las sensaciones de hambre y saciedad para tomar tu decisión de cuándo comenzar y dejar de comer.

También te ayuda a sanar tu relación con la comida, pues aborda temas de distorsión cognitiva, alimentación emocional, la necesidad de incluir el elemento “satisfacción” en cada uno de tus platillos, actividad física o ejercicio por el hecho de que se siente bien, rechaza la mentalidad de dieta y restricción de nutrientes, utilizar la información nutricional sin juzgarla y respetar siempre a tu cuerpo sin importar tu peso.

¿Cómo saber soy un comedor intuitivo?

Si al comer no piensas en las calorías de tu plato, eres capaz de escuchar tus señales de hambre y comer, escuchar tus señales de saciedad y parar de comer, darte tus antojos sin remordimiento, dejas de etiquetar alimentos como “permitidos” y “prohibidos”, sabes qué alimentos le caen bien o mal a tu cuerpo… entonces ¡felicidades! Eres un comedor intuitivo.

¿Cómo puedes saber tu peso ideal?

Tu peso ideal no se determina con una fórmula, ni siquiera es un número exacto. ¿Cómo puede saber una fórmula cuál es tu genética? O peor aún, ¿cómo puede un número decirte si estas “ideal” o no? Así que el peso ideal no se ve, se siente.

Si le das a tu cuerpo los nutrientes que necesita, haces ejercicio moderado, vas a una reunión y comes postre sin remordimiento, dejas de obsesionarte en que si lo que vas a comer “engorda” o no, y tu cuerpo deja de variar… bienvenida(o) a tu peso ideal.

De lo contrario, si te obsesionas por las calorías, no comes postre por miedo a engordar, tienes conductas obsesivas como vómito, tomar laxantes o hacer ejercicio excesivo, tienes atracones o tienes sobre ingestas de manera habitual… no estás en tu peso ideal y por su puesto que necesitas un cambio de hábitos.

Esa definición que escuchamos allá afuera sobre peso ideal no hace más que obsesionarte por llegar a un número que tal vez nunca llegues porque esa fórmula no te conoce. No conoce tus antojos, no conoce lo que el alimento significa para ti, no conoce tus emociones canalizadas en comida, no conoce tu cuerpo.

Así que a la otra que escuches sobre el término “peso ideal” acuérdate de la definición real y recuerda que nadie conoce a tu cuerpo mejor que tú.

Cómo medir tu progreso sin meter temas de peso

Deja de buscar que se alineen los astros, que un domingo caiga entre semana o encontrar una lámpara mágica para pedir que tu cuerpo cambie. Tu cuerpo es valioso hoy, sea como sea.

Si estas en un proceso de mejorar tu hábitos (alimentación, aumentar movimiento, descansar mejor, disminuir estrés, etc) te quiero compartir los avances que deberías de estar viviendo en tu proceso y que valen mucho más que un número en la báscula:

  1. Ha disminuido tu ansiedad por comer: cuando sanas la relación con tu cuerpo y la comida, dejas de utilizar la comida para llenar vacíos emocionales. De hecho llegas a conocerte a tal grado que no te asusta acercarte a la cocina con hambre o sin hambre, sabes que tu cuerpo no va a descontrolarse y va a comer lo que en ese momento necesita.
  2. Puedes comer cualquier cosa sin sentir culpa: dejar de ver a la comida como un peligro o una amenaza te hace comprender que todos los alimentos tienen algo de bueno: algunos son buenos para el cuerpo, otros para el alma, y está excelente saber utilizar los dos.
  3. Haces ejercicio por gusto, y no por obligación: el cuerpo está hecho para moverse. Si obligas a tu cuerpo a hacer ejercicio porque “quieres tener un cuerpo perfecto” bienvenida/o a la mentira más grande, ya que rara vez funciona para eso. Hazlo porque te gusta, porque se siente bien, libera las endorfinas que necesitas para sentirte feliz y activa(o). Además, el ejercicio se convierte en una actividad placentera, no en una obligación a ir al gimnasio o a alguna clase que no te gusta.
  4. Te sientes bien, con energía y feliz: cuando te gusta lo que estás comiendo, es balanceado y lo haces por el bien de tu cuerpo (no porque tienes una boda en 3 semanas) se siente bien, tu cuerpo te lo agradece, te sientes más ligera(o) y llena(o) de energía.
  5. Lo que estás haciendo, podrías hacerlo el resto de tu vida: cada cuerpo tiene su propio ritmo, enfócate en cambiar tus hábitos y tu cuerpo llegará a su peso saludable sólo. No te desesperes con tu cuerpo, conócelo, escúchalo y ámalo incondicionalmente.

 

Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que se sobrevalora un número en la báscula y hay personas que hacen hasta lo inhumano por lograr sus metas. No expongas a tu cuerpo a medidas drásticas que van a dañar tu salud sólo por “verte bien”. Recuerda que tu cuerpo es un instrumento para ayudarte a sobrevivir y hacer lo que te gusta, no es un accesorio de moda que tiene que verse bien a los ojos de los demás.

Muchas gracias por leerme, fue un placer escribir para Núcleo Familiar, y especialmente escribir para ti. Si tiene alguna pregunta no dudes en hacérmela llegar por correo o mis redes sociales que te comparto más adelante. Una vez más, ¡Gracias!

Daniela Cantú es egresada del Tec de Monterrey, Campus Monterrey de la carrera Lic. En Nutrición y Bienestar Integral. Tiene estudios en Psicología de la salud, Trastornos de la Conducta Alimentaria, Psicología Positiva y Alimentación Intuitiva. Actualmente consulta de manera presencial y en línea y ayuda a sus pacientes a mejorar su relación con la comida, con su peso y a llevar una nutrición balanceada en aspectos físicos y emocionales.

Puedes encontrarla en @danielacantu.nutricion, Facebook: Daniela Cantú – Salud, Nutrición y Bienestar y danielacantum@gmail.com

 

 

 

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