Desde chica el arte ha formado parte de mi vida; mi abuela, mi mamá y mis tías, todas ellas pintoras, han sido el motivo por el que hoy me dedico a esa actividad. Cada una ha tomado un camino distinto en la pintura, unas más figurativas, otras más abstractas, pero todas con el mismo objetivo: crear un arte que construya y no uno que destruya.
Para mí, cada lienzo en blanco es una infinidad de posibilidades, uno que nos ofrece un crear, experimentar y recomenzar. Así es la vida, cada día es una oportunidad para empezar de nuevo, buscar lo que nos proponemos y crecer. El lienzo en blanco comienza en el momento de levantarnos, es donde se presenta nuestra primera oportunidad, levantarnos o quedarnos en la cama. Y es ahí donde se desencadenan nuestras siguientes acciones.
Las pinceladas son aquellas decisiones que van dando forma a la vida. A veces pondremos pinceladas que nos agraden, otras veces nos gustaría poner “CTRL-Z” a la última que pusimos, a veces haremos unas pinceladas precipitadas y otras serán más pensadas. No importa la pincelada que tracemos, lo importante es no perder de vista el objetivo que buscamos alcanzar. Un trazo mal hecho siempre se puede mejorar, y son estas pequeñas modificaciones que van construyendo la obra final.
Comunmente me gusta empezar los retratos con una grisalla, una capa de pintura que hago con un solo tono. Con el mismo color pero diferente intensidad enfatizo las luces y las sombras, que tiempo después serán ocultadas por los colores reales del retrato. El color es aquel que da vida a cada obra, y que de estar en un tono monótono, como con la “grisalla”, pasa a tener una gran variedad de tonos. Así son las personas felices, son capaces de iluminar a otras personas con una simple sonrisa. Podrían hacer que una persona pase de una vida aburrida y triste, a una vida llena de colores.
A la grisalla del cuadro, le sigue la observación continua para analizar y resaltar el lugar donde se colocarán las luces y sombras. En muchos temas pictóricos, y aún más en los retratos, las luces y sombras son sumamente importantes. Una pincelada de sombra colocada en un lugar equivocado podría alejar el parecido de la persona que se está retratando. Por suerte se puede corregir constantemente hasta que se halle la similitud de la figura.
Como en el lienzo, la vida está compuesta de luces y sombras; habrá días donde queramos saltar de emoción, y otros donde no encontremos salida a nuestras preocupaciones y a nuestro cansancio. Creo que todas las experiencias que se presentan en la vida son buenas. Es cierto que el encuentro con las luces nos hace muy felices, pero no habría una buena composición sin la presencia de las sombras. Son aquellos momentos difíciles y los más grandes obstáculos los que más nos ayudan a crecer, y son aquellos que nos ofrecen una ocasión más para superarnos y lograr nuestro objetivo final.
La vida sin una composición, sin pinceladas de distintos tamaños, sin la grisalla, sin las luces y sombras, y sin el color, no sería más que un lienzo en blanco que nunca se atrevió a soñar.
Alicia Maas
Me gusto mucho este artículo. Que linda metáfora entre las luces y sombras en la pintura y la vida.
Hola Ruth, nos da mucho gusto que hayas disfrutado del artículo. Te invitamos a seguir leyendo más de nuestros escritos dentro de FAMILIATECA. Saludos para ti y para toda tu familia.