La salud mental es aquello de lo que se habla poco, sin embargo, convivimos con nuestra mente durante toda la vida y requiere de nuestro cuidado desde pequeños porque afecta la manera en la que pensamos, sentimos y actuamos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.
Tener buena salud mental en la infancia significa que nuestro niño se está desarrollando de manera óptima tanto física como emocionalmente, aprendiendo habilidades sociales y adaptativas que lo ayudan a resolver los problemas con los que se pudiera llegar a enfrentar en el día a día, desempeñándose gracias a ellas de la mejor manera en su escuela, entorno social y en casa.
La familia es un factor importante para el desarrollo integral de los pequeños, tanto personal como socialmente, los ayuda a que puedan satisfacer sus necesidades básicas, físicas y psíquicas. Es el primer contacto que se tiene con la sociedad y la que va a ayudarles a moldear su personalidad e identidad propia por medio del autoconocimiento profundo.
Reconocer las emociones juega un rol muy importante en la salud mental de los hijos, esa capacidad la podemos empezar a trabajar junto a ellos desde que son chicos, para que puedan tener las herramientas necesarias de afrontamiento cuando estén viviendo en una situación en la que se sientan incómodos, que puedan llegar a reconocer, expresar, externalizar y comprender el evento y/o pedir ayuda. Es por esto que para que ellos se desarrollen de una manera óptima es importante enseñarles a manejar y conocer sus emociones y pensamientos para desarrollarse y adaptarse e interactuar dentro de la sociedad, poder comprender y controlar sus propios deseos y sentimientos.
Reconociendo emociones
Uno de los primeros pasos es que reconozcan y nombren sus emociones, primero por medio de gestos, ejemplificando con momentos en donde las podrían llegar a sentir, por ejemplo, “yo me pongo feliz cuando me dan mi juguete favorito” o “yo me pongo triste cuando no me puedo comer mi dulce preferido”, y analizar cómo estas pueden ser causadas por factores tanto externos como internos.
Después es saber identificar cómo se sienten y por qué se sintieron así durante el día, para ello podrían empezar a preguntarles qué emociones experimentaron durante los distintos períodos y actividades que realizaron, cómo vivieron las diferentes situaciones en el colegio, con sus amigos, hermanos o con ustedes, los padres, finalizando con la consulta sobre en qué parte del cuerpo sienten dicha emoción, ya sea en la boca del estómago, en las manos o en la cabeza, para que ellos vayan aprendiendo cómo reaccionan ante las diferentes situaciones y que cosas los hacen sentir bien y cuales los hacen sentir mal.
Por otro lado, la comunicación es una pieza clave para crear un buen ambiente familiar y por ende cuidar la salud mental de nuestro hijos, la relación que tienen con ustedes, los padres, con sus hermanos y compañeros del colegio, ya que éstos ayudan al desarrollo social y emocional del niño, reforzando las conductas positivas, por ejemplo felicitar y reconocer sus logros obtenidos, los pequeños y los grandes para que identifiquen y sigan desarrollando sus habilidades y capacidades que los ayudarán a mantener su bienestar mental.
La comunicación se da de distintas maneras, la más reconocida es por medio de palabras, sin embargo las acciones, gestos y posturas también comunican y son indicios de cómo se están sintiendo, por eso es crucial identificar lo que nuestros hijos nos quieren decir, estar atentos a lo que nos cuentan del colegio, de sus clases, maestros, compañeros y amigos. Aceptar, comprender y validar sus emociones positivas y negativas y el tipo de señales que nos envían, mientras intentan comunicarnos aquello por lo que pudieran estar atravesando.
De igual manera, generar en casa un espacio de seguridad, protección y comprensión en donde nuestro hijo pueda sentirse escuchado y libre para que pueda llegar a confiar todo aquello que le hace sentir bien o mal, lograr identificar cuando nuestros hijos requieren nuestra ayuda y/o la de un especialista para poder brindarles un bienestar mental.
Algunas de las señales que se pueden llegar a detectar cuando nuestro hijo está pasando por algún conflicto podrían ser: cambios en el apetito o sueño, ya sea en incremento o disminución, conflictos constantes con sus compañeros, hermanos o padres, aislamiento social (deseo de pasar la mayor parte del tiempo solo), bajo rendimiento escolar, obteniendo bajas calificaciones y comportándose de manera desadaptativa en el salón de clases, signos de hacerse daño a sí mismo, como golpes, cortadas, rasguños, entre otros, también podría retroceder etapas, como orinarse en la cama, mostrarse triste o enojado la mayor parte del día o de la semana, o dejar de disfrutar de sus actividades favoritas. Reconocer este tipo de señales a tiempo nos permiten intervenir sobre el malestar mental de manera temprana, hablar con nuestro hijo y pedir ayuda psicológica.
¿Cómo se sienten?
Algunos consejos que deben tomar en cuenta los padres para ayudar a los hijos –sobre todo los más pequeños– a reconocer, identificar y nombrar su emociones son:
- Observar sus gestos y reacciones ante cierta situación o estímulo en el día
- Hablar con ellos y de las emociones que sintieron en la escuela y otras actividades fuera de casa
- Identificar en qué parte del cuerpo sintieron la emoción (que sepan cuáles los hicieron sentir bien o mal)
- Comunicarse con ellos y escucharlos atentos (con palabras, gestos)
- Aceptar, comprender y validar sus emociones positivas
Ana Paula Martínez Prado