Cuando era bebé comía de todo y hoy su paladar es cada vez más selectivo… seguramente es una situación que te resulta familiar. Y es que algunas veces resulta más complicado hacer que nuestros niños acepten llevar una alimentación sana y con gran variedad. De hecho, existe una etapa de la infancia donde los niños se vuelven mucho más selectivos sobre el qué y cuándo comer, esto es completamente normal y generalmente sucede entre los dos a cinco años.
En esta etapa los pequeños comienzan a comer menos que en sus primeros años de vida, esto sucede porque en los primeros cinco meses el peso se duplica, al año se triplica y se cuadriplica cuando llegan a la edad de dos años.
Después de los dos años, el crecimiento comienza a ser más lento y es por ello que los papás pueden llegar a notar que su hijo no come igual o se niega a comer.
En cuanto al qué comer, algunos preferirán mucho más los alimentos dulces, las meriendas o las cosas poco saludables antes que un plato de pollo con verduras, por ejemplo. Es comprensible porque el niño está descubriendo el mundo, tiene más autonomía y toma más decisiones por él mismo.
Algunos niños prefieren cosas dulces o no tan saludables porque están descubriendo el mundo, tienen más autonomía y toman más decisiones por sí mismos
Por instinto siempre tratará de elegir los alimentos que le agradan más, los que le generan esa sensación placentera, sea o no algo saludable.
Para estos casos, lo mejor que podemos hacer es limitar las meriendas una a dos horas antes de las comidas principales. Esto evitará que pierda su apetito antes de las comidas, cuando llegue el momento de comer y servir los alimentos, sienta al niño a la mesa con la familia y ofrécele lo que se preparó para todos, si se niega a comer, no lo regañes, sólo explícale tranquilamente qué es lo que hay de comer y hazle saber que no se le servirá otra cosa hasta que llegue la hora de la cena.
Si el pequeño tiene de cuatro años en adelante nos podríamos tomar un momento para explicarle porqué es importante tener una comida completa y que incluya verduras, frutas, carnes, cereales y leguminosas y no sólo meriendas. Podemos apoyarnos con cuentos infantiles y libros que abordan este tema para que sea una experiencia más didáctica y agradable para nuestro hijo.
Si su hijo continúa inapetente aún después de restringir las meriendas y la comida chatarra deberemos vigilar su peso, estatura y estado de ánimo. Si lo vemos cansado o decaído será momento de llevarlo con su pediatra, la inapetencia es muchas veces un indicador de que no está bien o está próximo a enfermarse.
Pero si juega y realiza todas sus actividades como de costumbre, mantiene un peso y estatura adecuado para su edad, no te preocupes si de vez en cuando llega a saltarse una comida o come poco, ya que su cuerpo está tomando sólo lo que necesita y la sobrealimentación tampoco sería un buen hábito a conservar en el futuro.
Además de esto sabemos que la falta de apetito es algo tan común y que puede ser provocada por otras causas, nos solamente por la etapa de la infancia que está pasando nuestro hijo.
Factores de inapetencia
Aunado a la etapa de la infancia que viven los niños, hay otros factores que influyen para que éstos no tengan ganas de comer. Por ello, hicimos una guía rápida con consejos a tomar en cuenta para prevenir esto y saber cómo lidiar con otras situaciones relacionadas:
Factores emocionales
Las emociones fuertes como enojo o celos son causas comunes de inapetencia, pero suelen ser transitorios, pasada la emoción el hambre vuelve a aparecer.
Estimula con el ejemplo
Si queremos que nuestro hijo coma a sus horas y tenga platillos sanos y balanceados debe aprender de tu ejemplo, los niños tienden a repetir las acciones que ven en sus padres inconscientemente, así que la próxima vez que tengas intenciones de pedir ese pastel de chocolate mejor pide algo de fruta, recuerda que te está observando.
Disminuye la disponibilidad y frecuencia de los dulces
Un poco de azúcar no le viene mal a nadie, pero lo cierto es que debemos de limitar el consumo de alimentos artificiales y saturados de azúcares como las paletas, caramelos, donas glaseadas, gomitas escarchadas en azúcar, entre otros. Podemos limitar su consumo a dos veces por semana. De esta manera dejaremos en claro que no son alimentos que estén prohibidos, pero que debemos tomarlos con menor frecuencia que otros.
Acostúmbrales a comer de todo
Es normal que algunos alimentos no sean de nuestro agrado, pero sólo algunos, si la lista abarca un grupo completo de alimentos (por ejemplo verduras) habrá que comenzar a incluir de a poco cada uno de ellos en los platillos familiares.