Durante la llamada primera infancia, la presencia activa de los padres es clave para el sano desarrollo de los hijos. Aquí evidencia científica que respalda esto y la importancia de la misma
En la actualidad, padres y madres con hijos pequeños enfrentan la siguiente disyuntiva: ¿vale la pena continuar trabajando con la misma intensidad o será mejor dedicar más tiempo a cuidar de mis hijos personalmente?
Cada vez contamos con mayor evidencia científica acerca de la importancia que las primeras vivencias tienen en cada persona. Así que, si te encuentras evaluando qué decisión tomar, te presentamos unos factores importantes a considerar:
El desarrollo del cerebro en la primera infancia
Desde el 2015 se incluyó el desarrollo del niño en la primera infancia como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) resume los siguiente: “Durante los primeros años de vida, y en particular desde el embarazo hasta los 3 años, los niños necesitan nutrición, protección y estimulación para que su cerebro se desarrolle correctamente. Los progresos recientes en el campo de la neurociencia aportan nuevos datos sobre el desarrollo cerebral durante esta etapa de la vida. Gracias a ellos, sabemos que en los primeros años, el cerebro de los bebés forma nuevas conexiones a una velocidad asombrosa, según el Centro para el Niño en Desarrollo de la Universidad de Harvard, más de 1 millón cada segundo, un ritmo que nunca más se repite. Con cada abrazo y cada beso, con cada alimento nutritivo y con cada juego, se ayuda a desarrollar el cerebro del bebé. Cada vez que un padre o una madre se dirige a su hijo pequeño, éste recibe un estímulo y reacciona y forma nuevas conexiones cerebrales”.
El desarrollo de los vínculos afectivos
Hay que considerar también el desarrollo emocional de los niños. En la primera infancia se desarrolla ese lazo profundo y duradero que conecta a padres e hijos y permanece a través del tiempo, el apego. El niño(a) requiere de ese amor, aceptación incondicional y seguridad para explorar el mundo. Es un proceso que inicia a través de sus sentidos: la cercanía al cargarlo, abrazarlo, hablarle cariñosamente, sonreírle y, sobre todo, mirarlo (“conectar” verdaderamente con el bebé evitando distractores y correspondiendo a sus miradas).
Cuando crezca un poco más, se notará cómo querrá parecerse a la persona que es más importante para él o para ella; imitará a su cuidador, lo cual se favorece compartiendo todo tipo de actividades. A los hijos pequeños les interesa escuchar lo que papá o mamá piensa u opina, por lo que es muy importante decírselos con palabras adecuadas a su edad. Alrededor de los 4 años le gusta ayudar y corresponder a los cuidados de sus padres haciendo cosas por ellos. Cuando se ha generado confianza, será más fácil separarse porque saben que no los pierden. Cuando se ha favorecido la comunicación y se le ha animado a expresarse, seguirán contándole a papá y mamá sus cosas. (Gordon Neufeld, Ph.D). Todo lo anterior facilita la educación y la crianza, y que los hijos sigan los valores de sus padres en un futuro.
La formación de hábitos
En una empresa se llamaría establecer procesos. Dentro del plan de vida familiar, conviene considerar la primera infancia como el mejor momento para desarrollar habilidades y hábitos tales como dar las gracias, saber esperar, acomodar sus juguetes, lavar sus manos, abrochar sus tenis… y todo esto requiere tiempo, constancia y mucha paciencia. Pero una vez que ellos lo han aprendido será una enorme ganancia y ayuda en las siguientes etapas de su vida.
La verdadera ganancia
Es muy importante realizar un presupuesto con los ingresos que se espera recibir, así como los gastos asociados (guardería o cuidador cualificado, gasolina, más visitas al pediatra por aumentar su riesgo de contagio al convivir con otros niños, etc.) para evaluar si el beneficio vale la pena al esfuerzo que implicará.
Podrían también plantearse lo siguiente: ¿Se puede prescindir de cosas sin afectar la calidad de vida? Es decir, analizar si no están enganchados a ciertos lujos, marcas, modelos o aficiones, que respondan más a necesidades creadas por la mercadotecnia o sociedad de consumo que a una necesidad real. Comparar un plan B que implique revisar si tienen posibilidad de realizar cambios que pudieran generar ahorros significativos, sobretodo distinguiendo entre aquellos gastos superfluos que podrían reducirse con creatividad y mayor tiempo disponible.
También evaluar si se puede sumar un pasatiempo o habilidad especial que les permitiría ganar dinero o experiencias, aunque sea de forma esporádica, y que les brinde la oportunidad de realizarlo con sus hijos.
Si en el proyecto familiar se opta por que el padre o la madre atienda personalmente a sus hijos, podría considerarse enriquecer ese periodo de tiempo como cuidador, combinándolo con un plan de capacitación flexible, que podría ser a través de la lectura de libros especializados, tutoriales o cursos en línea. Se pueden encontrar muchas opciones prácticamente sin costo que harán que esta inversión de tiempo reditúe para padres e hijos.
El enfrentar una doble jornada de trabajo
Y, por último, si el plan es seguir con un empleo pero disminuyendo la carga laboral, es importante considerar cómo distribuir la responsabilidad de la administración del hogar y los quehaceres domésticos. Es muy importante planificarlo para que no afecte la salud física y emocional de los padres.
Ten presente que tus hijos necesitan cosas, pero te necesitan más a ti. Así de simple. Rompe con la inercia de necesidades no necesarias o creadas. Estudios demuestran que tu presencia sí lo acompañará durante toda su vida, aun cuando tú ya no estés con ellos. Esos tenis de marca no.
Toma una decisión recordando que en el rol de padre o madre eres insustituible. Pero evidentemente si el trabajo fuera de casa es necesario, el foco deberá estar en lograr cortar a tiempo y estar en una constante evaluación de tus rutinas para procurar tener el mayor tiempo de calidad posible para compartir con ellos.
Por la familia y la ciudadanía
Infamilia San Pedro es el primer instituto en su tipo en México y se convirtió en pionero en América Latina, desde que fue creado en 2005. “su función es que todo programa, acción y proyecto de la administración municipal se desarrolle bajo la perspectiva de familia. Porque la solución está en la familia”, así como diseñar, proponer y evaluar “las estrategias y las políticas públicas que tengan como fin fortalecer y desarrollar a la familia como elemento básico de la sociedad”.
Conoce más sobre este organismo en: www.infamilia.gob.mx
Claudia Garza de López
Orientadora Familiar