Desde el primer día de clases de un niño, cuando va al kínder, los padres experimentan ese doloroso pero necesario desprendimiento. Dejarlos ir por su bien, porque están cambiando de etapa, en una palabra, están creciendo.
Verlos crecer es un orgullo y, a la vez, una pesar para muchos padres, porque eso significa que el niño tendrá mayor independencia y que los papás tendrán que enfocarse en sus vidas.
Y al llegar la etapa de la adolescencia y el momento en el que los hijos vuelan de casa para hacer sus vidas y formar sus propias familias, los papás recuerdan esos días del kínder en los que sintieron la resistencia a verlos irse, es decir, se da en algunos casos el proceso conocido como “Síndrome del Nido Vacío”.
La pareja experimenta una sensación de soledad, tristeza y vacío en cuanto la casa se empieza a deshabitar. Pero esta sensación se puede convertir en la oportunidad de que la pareja se reinventen.
Sin embargo, las sensaciones y emociones que experimentan los padres con el Síndrome del Nido Vacío “son relativamente normales y muy frecuentes en las familias y suelen ser pasajeras, se van diluyendo con el tiempo si el proceso de adaptación a la nueva situación familiar se produce correctamente”, considera Cecilia Martín, directora del Instituto de Psicología y Desarrollo Personal PSICODE en Madrid.
El Síndrome del Nido Vacío puede convertirse en una oportunidad para que las parejas se reinventen
En los casos en los que no se requiera de la ayuda de un profesional y/o especialista de la salud mental, este proceso natural y frecuente se supera con el apoyo de la pareja y de los mismos hijos.
Los padres pueden darle una vuelta a las emociones negativas y la sensación de vacío y tristeza al optar por actividades que nutran su intelecto, su cultura y sus relaciones interpersonales.
Los hijos necesitarán de sus padres a lo largo de su existencia y, aunque ya no habiten en la misma casa, siempre serán los pilares que los sostendrán y a la vez son los cimientos de las familias que los hijos irán formando.
Entendiendo el vacío
Para comprender este proceso y adaptarse mejor, las parejas pueden tomar en cuenta lo siguiente:
- La separación con los hijos puede ser paulatina y no de golpe (hablen con frecuencia, hagan planes en familia y mantengan el diálogo de forma abierta, compartan lo mejor de su día y sus vidas).
- Este proceso y la resistencia al cambio es normal, apóyense como pareja para que sea menos difícil y naturalmente irá desapareciendo la sensación de tristeza y abandono.
- Evitar los pensamientos negativos y aceptar la nueva situación y dinámica familiar es una alternativa para sobrellevar este síndrome.
- En los casos que sea necesario, se debe acudir con un profesional o especialista de la salud mental para evitar el desarrollo de padecimientos como depresión.
Nueva estructura familiar
Las parejas tienen una oportunidad de oro para reinventarse cuando los hijos dejan el hogar, tendrán más tiempo disponible para viajar, crecer, dialogar, iniciar planes y proponerse metas en común, se pueden involucrar en causas y proyectos altruistas y pueden tomar clases y cursos de distintas actividades y aficiones que les brinden bienestar físico, intelectual y emocional, así como realizar pasatiempos que aumenten la relación conyugal.
Además, la familia completa cambiará su dinámica e interacción, pues el hogar se convierte en el punto de reunión y el espacio para la convivencia y el fortalecimiento del vínculo entre padres e hijos, hermanos, abuelos y la familia extensa.
En algunas ocasiones, hay mujeres que viven de forma más drástico el proceso de adaptarse y estabilizarse ante la ausencia de los hijos en el hogar y pueden caer en depresión. De hecho, el Síndrome del Nido Vacío es una de las causas por las que ellas pueden caer en dicha condición mental.