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La mediación familiar es clave para evitar conflictos futuros, para trabajar en una reconciliación en parejas que atraviesan crisis o problemas y para poder sobrellevar este tipo de procesos y etapas difíciles.

Es una realidad que en México la tasa de divorcios se ha incrementado en los últimos años. En muchos de los casos, se opta por el divorcio “incausado” con un pensamiento un tanto ilusorio de que los problemas terminarán, cuando en realidad apenas inician.  

Es común que muchas personas vean el divorcio como una salida a sus problemas, sin prever las consecuencias de lo que está por venir; por ello, es necesario intervenir y apoyar a esas parejas ofreciéndoles herramientas que les permitan analizar si es posible que la crisis se resuelva, y determinar si existe solución que lleve a la familia a otra etapa de cambio y no recurrir al divorcio sin poner los medios para tratar de solucionar la raíz del conflicto. Pero, si el divorcio ya es inevitable, es importante que los padres que estén a punto de enfrentar dicho proceso, eviten que sus hijos se vean aún más afectados, procurando llevarlo de una manera sana y pacífica para que las consecuencias negativas sean las menores.

Sin embargo, lo ideal es trabajarlo, ninguna relación es perfecta y cada vez más se eliminan los estigmas hacia la terapia y ayuda profesional para este tipo de problemas que son cada vez más comunes.

Cuando la pareja se separa, tiene dos opciones; intentar y poner ambos de su parte para realizarlo en buenos términos y manteniendo a los hijos fuera de los conflictos que se deriven posterior al divorcio; o bien, que el proceso se haga más difícil y complicado al involucrarlos y colocarlos al centro de la batalla, comprometiendo así de manera significativa su bienestar, e incluso su salud mental y física.  Para llevar a cabo la primera opción, es recomendable que no actúen solos, ya que probablemente la misma situación conflictiva evite que tengan la suficiente objetividad para hacerlo, por lo que es importante estar acompañados de profesionales con formación y experiencia en el área de la psicología, consultoría familiar, así como de la mediación. 

Diversos estudios señalan que una de las causas de trastornos emocionales en los niños, es el estancamiento de los conflictos post-divorcio de sus padres, al NO permitirles construir y afianzar una nueva organización familiar, y es que la mejor defensa que un niño, niña o adolescente puede tener para superar el estrés y las dificultades que se les presentarán en la vida, es contar con figuras paternas sanas y comprometidas en su cuidado, por lo que deberá ser primordial para ellos edificar una estructura familiar lo más fortalecida y estable.

Los temas que normalmente generan divorcios conflictivos, en su mayoría se dan por desacuerdos de quien ejercerá la custodia, los tiempos de convivencia de uno u otro progenitor, el estilo de crianza o la manutención. En los procesos conflictuados es frecuente que las disputas entre los padres se mantengan durante años, y ahí son los niños los que más sufren porque además de enfrentarse a la ruptura de sus padres, se ven sumergidos en una ola interminable de problemas inter-parentales que perduran mucho tiempo después de concluido el divorcio, persistiendo un ambiente constante de tensión y estrés (escenarios que más se asocia a problemas en la salud mental).

Mediación familiar

Para alcanzar el objetivo de llevar a cabo un proceso de separación conyugal con el menor impacto negativo posible para la familia, es recomendable que en el proceso de divorcio (en caso de que sea inevitable), al menos en el “incausado”, se establezca la figura de un mediador o terapeuta familiar, el cual de manera neutral y objetiva les permitirá aliviar las tensiones que puede provocar la ruptura, ayudar con la comunicación para que esta sea asertiva y ofrecer estrategias que los lleve a la identificación de los factores de riesgo y de protección que toda separación conlleva.  

Aunque la ley no lo exige, es necesario que se garanticen los derechos de la familia, contando con una propuesta de convenio para resolver de común acuerdo las consecuencias jurídicas que se deriven, tales como la pensión alimenticia, convivencia, etc., ya que si no se ponen de acuerdo respecto a esas cuestiones, éstas deberán tramitarse vía incidental, situación que en la mayoría de los casos es lo que provoca el desacuerdo y propicia la conflictividad. 

Es por eso que el objetivo del acompañamiento terapéutico o bien la mediación familiar incorporada en el proceso de divorcio, podría permitir la pauta para llevar una cordial relación post-divorcio entre los padres, ya que conscientes o no, el lazo con el que se entreteje esa familia no se romperá con una sentencia que ordene la disolución de vínculo matrimonial. Independientemente de las condiciones que se planteen, siempre deberá prevalecer el amor y protección por los hijos, así como el bienestar familiar, como la principal clave para el cambio.

La mediación familiar siempre será de ayuda, sea para agotar la posibilidad de una reconciliación, o bien, para asegurar que la futura convivencia y relación entre los padres y con los hijos después del divorcio se establezca en los mejores términos para bien de todos.  Si hoy en día la ley no obliga, las investigaciones y el sentido común lo aconsejan totalmente. 


Por la familia y la ciudadanía

Infamilia San Pedro es el primer instituto en su tipo en México y se convirtió en pionero en América Latina, desde que fue creado en 2005. “su función es que todo programa, acción y proyecto de la administración municipal se desarrolle bajo la perspectiva de familia. Porque la solución está en la familia”, así como diseñar, proponer y evaluar “las estrategias y las políticas públicas que tengan como fin fortalecer y desarrollar a la familia como elemento básico de la sociedad”.  

Conoce más sobre este organismo en: www.infamilia.gob.mx

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