Las familias, los padres y las instituciones académicas tienen un nuevo reto: Re-educar el gusto. Sí, vivimos en un mundo en el que la sensualidad de los medios se ha convertido en un desafío para formar una mejor sociedad.
Una de las características de nuestra sociedad actual es la propagación de una moral permisiva en donde predomina la constante referencia a la sexualidad como objeto de consumo en los medios de comunicación. Si bien, algunas décadas atrás, se trataba de un tema delicado e íntimo, ahora tristemente es utilizado incluso para fines cómicos.
Y la gravedad de la excesiva sensualidad al alcance de todos radica en consecuencias tales como que los niños y adolescentes pueden quedar impresionados por los comportamientos que ven, de tal manera que lleguen a considerarlos como normales, aceptables y, tristemente, incluso dignos de ser imitados, cuando aún no tienen la madurez y el desarrollo adecuado a su edad.
Entre las múltiples consecuencias de esto destaca que los pequeños caen en un despertar sexual precoz, cuando aún no está preparado física, mental, psicológica y emocionalmente, afectando su comportamiento, autoestima y desarrollo.
Con el auge de las redes sociales, que en México se podría decir que llegó en el año 2007 con la aparición de Facebook en la vida de los entonces adolescentes, se multiplicó ese despertar sexual al alcance de niños y niñas, que en generaciones anteriores tenía un mediano control con la censura en medios de comunicación y vías publicitarias.
De hecho, ese año, la Asociación de Psicología Americana (APA) dio a conocer un documento en el que se denunció esa tendencia sexualizadora de los niños en la era moderna.
Y es que con Internet y las redes sociales –aunado a que los pequeños tienen su primer contacto con dispositivos móviles desde temprana edad–, esa tendencia es ahora una “bola de nieve” en constante crecimiento.
Lo que antes era un solo frente en esta batalla por el buen contenido, hoy son distintos puntos los que se deben reformar para el sano crecimiento y desarrollo de los niños. Además, de los medios de comunicación y las redes sociales, también está la e-addiction (término que se le atribuye a la adicción al Internet), la cual puede provocar problemas a nivel cognitivo, conductual y hasta del tipo sexual, de acuerdo al psiquiatra Suresh Kumar, quien forma parte del KMCT Medical College.
¿Qué hacer? Si antes la solución estaba en apagar la televisión o de estar al tanto del contenido al que están expuestos los hijos, hoy el trabajo va más allá de solamente colocar candados de seguridad en la Red que se utiliza en casa.
De ahí viene la realidad y la motivación para que los miembros de la sociedad re-eduquen sus hábitos y exijan que se generan contenidos que enaltezcan al ser humano y se demande información que complemente la formación de las nuevas generaciones.
Cambiar el contenido en los medios de comunicación es una tarea ardua y requiere grandes esfuerzos, no podemos esperar a que este contenido desaparezca. Pero lo que sí podemos hacer es cambiar la manera en que vemos ese contenido o, mejor aún, cambiar el gusto de la audiencia y elevarlo a que prefiera contenidos de mayor nivel, empezando con nuestra familia. A esto le llamamos educar el gusto en la belleza.
El gusto en la belleza
El gusto por lo verdaderamente bello es natural, pero necesita educación. Como seres humanos, tendemos naturalmente a gustos como la comida y el sueño, pero esto es parte de nuestra naturaleza como animales. Los hombres, a diferencia de los animales, captamos realidades más allá de lo puramente material y de esto nos percatamos cuando estamos frente a algo muy bello y nuestro ser se llena de gozo solo por apreciar aquello.
Apreciar las cosas más elevadas y rechazar las inconvenientes de una manera natural es posible cuando la educación está fundamentada en la verdad, porque “la belleza es el esplendor de la verdad” según Platón. Las cosas son bellas por sí mismas, no porque alguien diga que son bellas, al fin y al cabo, las cosas seguirán siendo igualmente bellas aunque no existieran hombres capaces de apreciarlas.
Tras entender que la belleza es la verdad, podemos ahora explicar que cuanto más verdaderas son las cosas, más humanas son. Y con este punto de partida podemos valorar todos los contenidos. Por ejemplo: entre un concierto de hard rock y uno de música clásica, ¿cuál de los dos parece más humano? ¿cuál de los dos requiere una sensibilidad más delicada? ¿cuál de los dos deleita más? Esta diferencia de experiencia musical ha sido puesta bajo experimento con plantas y se ha concluido en distintas ocasiones que aquellas plantas que estuvieron expuestas a música hard rock, crecían alejándose de la bocina; mientras que las plantas expuestas a música instrumental crecían incluso más que las anteriores.
Y no significa que el género del rock sea inadecuado, simplemente se trata de analizar y poner en una balanza lo que nos enaltece y lo que puede o no aportar un valor agregado a nuestra formación.
Educar a los hijos en la verdadera belleza hará que por sí mismos rechacen lo banal, superficial e imprudente, pues entenderán que como con las plantas, existen realidades más dignas a la persona porque la ayudan a crecer.
En este sentido, las virtudes son nuestras aliadas, ya que ayudan a las personas a usar y relacionarse con los bienes según lo que esas cosas son y sirven al bien de la persona.
¿Quién no se ha emocionado ante una puesta de sol o ha sentido la atracción de la belleza contemplando una obra de arte como “La Piedad” de Miguel Ángel? ¿no es cierto que un poema o incluso el sonido de un carro nuevo tiene el poder de transformar a la persona? En definitiva, podemos decir que quien no vibra con lo bello, no es humano.
Para lograr que los hijos opten por sí mismos por lo más bello de entre dos opciones hemos de ponerlos en contacto con la belleza: actividades como ver las estrellas, escuchar música clásica mientras hacen la tarea, visitar museos, dibujar con acuarelas, ver una obra de teatro, disfrutar un concierto en vivo, apreciar los paisajes, los amaneceres y los atardeceres de nuestra propia ciudad, etc.
El gusto por lo verdaderamente bello es natural, pero necesita educación
Junto con estas experiencias, es imprescindible que los padres no sean indulgentes con los programas de televisión que sus hijos ven o la música que escuchan. La exagerada sensualidad en los medios es un tema con el que no se puede ser tolerante, todo lo que un niño ve y escucha, se queda guardado en su memoria por el resto de su vida.
Ante esto, imagina la cantidad de información a la que está expuesto un pequeño en el día, tomando en cuenta su libre y fácil acceso a Internet. Esa información que él debe discernir para captar lo mejor, lo cual es posible si tiene educado su gusto.
Los niños y jóvenes de la actualidad pueden estar en varias apps a la vez y para realizar una tarea o trabajo escolar, por ejemplo, buscan en más de 10 fuentes simultáneas. Es decir, que están conectados y expuestos todos los días a un universo de información que no solo se traduce en mayor cantidad de material para fuentes bibliográficas para sus quehaceres académicos, sino que también pueden activar su sexualidad con un click de facilidad.
Para contrarrestar estadísticas como el hecho de que “casi uno de cada 10 niños y jóvenes muestran síntomas de daños en su rendimiento escolar, en su funcionamiento psicológico y en sus relaciones familiares”, según el Media Research Lab de la Iowa State University, qué mejor que les enseñemos a guardar imágenes y sonidos bellos que incluso en su memoria les ayudarán a gozar los pequeños detalles de la vida; y en cambio, qué desperdicio sería si sus ojos no se acostumbran a percibir fácilmente la belleza que les rodea.
No se puede ser tolerante con la exagerada sensualidad en los medios, pues lo que ven y escuchan los niños se queda en su memoria toda la vida