De acuerdo a psicología positiva, hay algunas actitudes que contribuyen a elevar los niveles de felicidad, todo radica en aceptar las emociones negativas y permitirle al cerebro concentrarse en las positivas.
Las personas anhelan ser felices, pero no siempre saben qué hacer para conseguirlo. Se piensa que después de lograr un objetivo, de hacer un viaje deseado, de obtener un buen puesto o de generar riqueza en el trabajo, uno será feliz. Algunos pasan su vida diciendo: cuando tenga tal casa, tal trabajo o cuando haga tal viaje… seré feliz.
Lograr todas estas cosas puede hacernos sentir muy satisfechos por un tiempo, pero no nos dará la felicidad permanente.
Ser feliz no significa estar feliz todo el tiempo. En la actualidad, parece que hay un enorme temor a vivir situaciones dolorosas o difíciles. Muchos padres de familia quieren evitar que sus hijos sufran, por miedo a que sean infelices. Ahorrarles dificultades a los hijos, les impide madurar emocionalmente.
Tal Ben Shahar, experto en psicología positiva y felicidad, afirma: “Gran parte de las depresiones en las personas se debe a que no nos damos permiso de sentir emociones dolorosas, lo cual es esencial para la vida”. Si las cosas se presentan fáciles, no se logra ser resilientes y la resiliencia es clave para la vida.
Shahar nos enseña que sólo aceptando las propias emociones, uno es capaz de superarlas. Asegura que al rechazar emociones negativas, éstas se fortalecen y se intensifican, conduciendo a la frustración e infelicidad.
Pero, por el contrario, si se deja fluir las emociones negativas aceptándose como parte de la vida, es más probable que se alejen, permitiendo al cerebro que esté más atento a percibir las emociones positivas.
Todo está en ti
Expertos en Psicología Positiva hablan de diferentes actitudes que se ha demostrado contribuyen a elevar los niveles de felicidad. La actitud con la que se realizan las cosas, llena de sentido a todo lo que se hace.
Al practicar las siguientes actitudes de manera consciente y con atención al realizarlas, el cerebro estará más atento y, por ende, más feliz:
1. Cultivar las relaciones
Dedicar tiempo a la familia y amigos; mostrar admiración y respeto, disfrutar los triunfos y éxitos, compartir anhelos y objetivos, manifestar apoyo y cariño. Todo esto fortalece las relaciones sociales y provoca un sentimiento de satisfacción. El sentido de pertenencia es un escudo contra la soledad, la depresión y la ansiedad. Estudios más recientes demuestran que las relaciones sociales son el indicador número uno de la felicidad.
2. Agradecer
El agradecimiento tiene grandes beneficios terapéuticos, tanto a nivel físico como emocional. Engrandece tanto a la persona que recibe la gratitud como al que la da. Se ha comprobado que quienes son agradecidos tienen más éxito en la vida, logran los objetivos que se proponen e inclusive son físicamente más sanas.
3. Ritualizar
Cuando repites algo una y otra vez, las vías neuronales aumentan. Por ejemplo, si uno quiere aprender a ser agradecido, hay que hacer un ritual cada noche o al menos una vez a la semana para dar las gracias por lo que se tiene en la vida. Con el tiempo, esas vías neuronales se fortalecerán y uno será agradecido de manera natural. Por decirlo así, se esculpe el cerebro a través de rituales.
4. Ser optimista
Las personas optimistas ven siempre el lado bueno de las cosas. No se dan por vencidos tan fácilmente, confían en un mejor futuro; son entusiastas, están llenas de vitalidad y por lo general son más saludables.
No todos nacen siendo optimistas, pero la realidad es que todos pueden aprender a serlo. Un ejercicio que recomienda la profesora de Psicología Sonja Lyubomirsky en su libro “La Ciencia de la Felicidad”, es hacer una práctica de visualización. Esto es anotando el mejor futuro que se visualiza para uno mismo. El solo hecho de escribirlo, hará sentir mejor y percibirse más alcanzable.
5. Realizar actividades que produzcan significado y placer
Ya sea en el trabajo o en el hogar, involucrarse en actividades agradables y significativas para uno. Que las cosas que se hagan, sean de agrado y a la vez que representen un reto, una ilusión, una motivación personal.
6. Simplificar la vida
Hacer muchas cosas y con mucha rapidez es una tendencia de las grandes ciudades. Al llenarse de actividades, los seres humanos dejan a un lado el disfrute de las acciones esenciales de la vida: tomar un paseo por la montaña, ver un atardecer, compartir una charla con amigos, acompañar al cónyuge o simplemente leer un buen libro.
7. Hacer ejercicio
El ejercicio ayuda a sentirse más activo, ágil y energético. Contribuye a mejorar la salud física y emocional. Está comprobado que al hacerlo, el cerebro genera endorfinas; sustancias que permiten experimentar felicidad, alegría y al mismo tiempo reducir el estrés y la ansiedad.