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Jamás te imaginas que te va a pasar a ti. Jamás te imaginas que tú recibirás la llamada. Esa llamada. Jamás te imaginas que vas a sentir o vivir el suicidio tan cerca. Nada te prepara para reaccionar ante la voz del otro lado del teléfono que te dice: ha intentado quitarse la vida.

Es un tema tabú, escabroso y doloroso, pero el suicidio sigue siendo una de las causas principales de muerte en el mundo y, por esta razón, las familias, las escuelas y los medios de comunicación deben prestar atención y esfuerzo para la prevención de esta situación, así como la concientización y formación de los niños y jóvenes, fundamentados en valores.

Pero para mi, esta información era un dato más. Estadística. Información que se comparte con amigos en charlas de sobremesa cuando hablamos de nuestros problemas y los conflictos ajenos, nunca considerando que el suicidio puede estar más cerca de nosotros de lo que podemos pensar. 

Un bote entero de pastillas para dormir y alcohol. Esa es la manera de terminar con todo. No es difícil imaginar la razón por la que ésta sería la solución ante todo: 25 años, trabajos inestables, enfermedad degenerativa, lejos de casa, pocos amigos, otro idioma, clima gélido… 

Sin embargo, el suicidio no soluciona ni calma el dolor, simplemente lo transfiere a otras personas. Personas como yo que, ante una situación así, no sabemos cómo reaccionar, qué decir, qué no decir o qué sentir.

Por eso tenemos que HABLAR. Hablar cuando estamos bien, cuando estamos mal. Cuando nos sentimos tristes o desmotivados, Cuando estamos entusiasmados. Hablar con nuestros padres, nuestros amigos, con nuestras parejas. Aprender a escuchar: las palabras, las acciones, los silencios. 

La familia está ahí y siempre lo va a estar, está para acompañarnos, aconsejarnos, llorar y reír con nosotros.

 

La familia es nuestro mayor refugio, ese lugar que siempre estará para nosotros, seamos transparentes y acudamos a ella cuando más lo necesitemos

 

Es importante entender que muchas veces la vida nos pondrá en situaciones difíciles, momentos en los que nos será difícil ver “la luz al final del túnel”, pero tenemos a personas a nuestro alrededor dispuestas a ayudarnos. Y para complementar el apoyo de nuestros seres queridos, en la actualidad contamos con avances médicos para diagnosticar y tratar cualquier tipo de enfermedad mental y/o padecimientos como depresión.

NO es ni vergonzoso ni malo ir al psicólogo o psiquiatra. Ni tampoco pedir ayuda.

Es necesario hablar fuerte y claro sobre este tipo de situaciones y comportamientos.

Eliminar el estigma sobre las enfermedades mentales es el primer paso para ayudar a todas esas personas que las padecen. 

Aprender a comunicarnos y escuchar. No estamos exentos a que nos suceda. Desgraciadamente el suicidio es una de las causas de muerte más frecuentes y la que MENOS esperamos.

Figuras públicas como Robin Williams, Kate Spade, Anthony Bourdain: actor, diseñadora y chef. Todos reconocidos en su ámbito, sufrieron de enfermedades mentales que finalmente terminaron con sus vidas. A la vista todos parecían llevar una vida normal y estable, sin embargo, es uno de los graves problemas de las enfermedades mentales: el secretismo. La tendencia de NO contar que sucede, el NO hablar. No preguntar.

Tenemos que tomar conciencia sobre el suicidio y sobre las enfermedades mentales. Tenemos que comunicarnos entre familias y como familias, cada una puede aportar a la sociedad lo que se requiere para detectar, atender y prevenir, para apoyarnos y para la transmisión de valores y líneas de ayuda.

A su vez, dar el primer paso y hablar. Contarlo. Porque hoy me pasó a mi, pero mañana puedes ser tú al otro lado del teléfono recibiendo la llamada que nunca quieres contestar.

 

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